viernes, 28 de octubre de 2011

ROMPER LAS REGLAS

ROMPER LAS REGLAS
Si tuviéramos que fijarnos en los buenos ejemplos de cómo romper las reglas, veremos uno muy importante, vigente en el mundo de la economía. Para sortear las crisis de las democracias modernas leeríamos la sugerencia reciente:
No siempre el camino tradicional es el bueno.  Este es otro camino de excepción:
En la doctrina económica que tenemos, los ciudadanos son los que pagan y a quienes se les endosan los salvamentos de los bancos como resultado de las cifras y de los fracasos llamados crisis de las desregulaciones (en afán de reconstruir confianza en los mercados) hacia las austeridades-consolidaciones fiscales con miras siempre a la expansión del mercado.
En el tema de atenuar las grandes pérdidas, dolores y daños en el empleo, el consumo, recesiones, déficits, que provocan las nuevas democracias progresistas típicas, Islandia dejó a su suerte a los bancos y así pudo tomar un camino diferente y privilegiar a su pueblo. Hasta disminuir la tasa de desempleo mientras crece su economía. Si,…y  ésto pasa en el mundo real, en el mundo de la economía afianzado en todas las regulaciones de la jurisprudencia pura.
En el retraso que nos ampara la jurisprudencia peruana para proteger los derechos de sus extraterritoriales, plantear caminos diferentes es la solución.  No la intolerancia burocrática, ni la indiferencia ó inercias corporativas (de las instituciones públicas y privadas, en el país ó fuera de él),  ni la ignorancia cívica de los extraterritoriales, ni los miedos a ir contra el sistema, ni los esquemas tradicionales del comportamiento del peruano como sometido a una autoridad gubernamental. Sí el diálogo de los interesados, el valor de las ideas, el sentido de la innovación, el acompañamiento a los proyectos que sean integrales, si al trabajo conjunto de los que aportan y de los que acuerdan acciones colectivas.
Los hombres y mujeres que estamos en el extranjero sabemos lo coherente que han sido nuestras demandas para paliar lo que son los saldos de estas políticas masivas de los últimos gobiernos democráticos que atropellan a las minorías como las de nosotros, si a un diez por ciento de la población, expatriada, le pudieramos llamar como tal. La mobilidad social es nuestro tema.
Pero nuestro asunto no es sólo un tema de derechos civiles, es un asunto que se debe tratar siempre con soluciones diferentes, ¿por qué?, porque las tradicionales nunca nos han llevado a nada. Con denuncias reales. En los medios, en los tribunales, pero especialmente en el tratamiento que se hace en la conciencia colectiva. La búsqueda de nuestros derechos-justicia social es el predicamento. Gobiernos que han visto por sobre el hombro nuestras necesidades.
La emigración, en nuestro caso movilidad social descendiente _negativa_nos despoja gradualmente de las ciudadanías por el pago de la temporalidad, por los prejuicios, por las falsas ilusiones, por las necesidades, por la dura realidad en que se entrampan nuestras historias, porque la masa no siempre se llega a adaptar tan exitosamente, y nosotros no somos el producto de exportación de nuestro país, ni los descartables tampoco. Somos ciudadanías con el derecho de innovar las reglas. Porque nuestros verdaderos representantes han sido a la fecha incompetentes é incomprensivos. O de menos utilitarios.  Nos han reducido a la cifra de las remesas solamente. Nos han tratado metálicamente. En un continente donde otros toman ventajas para proteger a sus ciudadanías extraterritoriales, ¿porqué estamos auto-reduciendo nuestro papel nosotros mismos? Impertinencias y distractores pueden ser nocivos desde la propia comunidad, que han pervertido la comunicación, la participación y obviamente la posible auténtica y democrática representación. Frente a esto han habido diversos intentos positivos de diseñar la fórmula adecuada. Los esfuerzos compendian un antecedente saludable cuando se han llegado a acuerdos, hasta ahora al parecer descontinuados y desarticulados. No es así.
 Si analizamos todos los temas de agenda y las conclusiones de reuniones recientes, valoramos el acuerdo y las presencias. Han sido contundentes los espiritus de democratizar la participación de los grupos y de la comunidad. Precisamente debido a la cantidad de propuestas creemos que ya tenemos la materia debidamente documentada para su tratamiento concreto y regulación. La defensa permanente de nuestras ciudadanías es el eje de nuestro interés. El efectivo sentido de la comunidad esta pendiente, habrá que difundir las mejores ideas. El espíritu está intacto. Pero ya no son suficientes las mismas fórmulas: los caminos se hacen con las ideas.
¿Qué importancia tiene en nuestro tema aferrarse a las maneras en que las juriprudencias aberrantes nos pretenden situar, llevándonos a unos laberintos circulares parecidos unos a otros? Ninguna, hay que usar otras medidas, diferentes y que refuercen primero el sentido de decencia de nuestra sociedad, hay que hacer que los daños a los mas vulnerables sean innecesarios, hay que renovar el valor de nuestra intervención. Directamente podemos asumir nuestras responsabilidades sociales, alrededor de nuestros proyectos. La fortaleza la tenemos desde donde estamos.
La interculturalidad y la multiculturalidad son discursos ora desgastándose. El internacionalismo de nosotros no esta idealizado. El espejo lo vemos en las tan variadas expresiones no ya culturales sino sociales de masas, de jóvenes, de viejos, del mundo nuevo que nos trae el futuro, donde seguro habrá que aportar con la creatividad de nuestra íntima individualidad sintiendo y actuando completos, íntegros y satisfechos de nuestra gran peruanidad omnipresente. Sabemos cuantas sociedades darían lo indecible por tener una sóla de las rocas de los cimientos de nuestras ciudades, y su falta les hace inventar hasta lo innecesario. Es mas, a veces distorsionamos las miradas y no vemos ni nuestra propia conformación, perdiendo piso viendo sólo los reflejos de imágenes de raza y de clase. Podemos reunir el cuerpo de nuestros propios proyectos desde donde estamos, aunque rompamos reglas escritas y no. Abramos un nuevo camino por nosotros mismos, para nosotros mismos, para adelante. Por una ciudadanía autonómica de extraterritoriales peruanos. De peruanos internacionales que somos.
    

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